No me voy a andar por las ramas, lo tengo muy claro: SÍ. Son necesarios para un desarrollo sano y equilibrado y aportan seguridad a todos.
Ahora bien, cuando me refiero a límites, no lo hago en el sentido negativo que suele connotar la palabra. Nada tiene que ver el límite con el castigo y mucho menos, con el abuso de autoridad.
Hay límites que todos entendemos y nadie cuestiona, por ejemplo, y recordando a Carlos González, si tu hijo quiere cruzar la calle sin mirar, beberse un vaso de lejía, tirarse por la ventana o quemar el piso, obviamente, NO LE VAS A DEJAR. Con lo cual, todos sabemos establecer límites.
El conflicto nace cuando quieres establecer límites que atañen a la convivencia y el día a día, por ejemplo, cuando tus hijos se ponen a pintar las paredes, saltar en el sofá o cuando no quieren ir a lavarse las manos para cenar. Sigue leyendo